Él continuaba su relato, sin importarle que algunos pasajeros le gritaran insultos, tratándolo de malvado, acusándolo de loco, demente, enfermo...
Un niño lloraba en forma desesperada, aterrado por la narración de aquel hombre, algunos intentaban expulsarlo del buspor la fuerza , gritándole enfadados que guardara silencio. El hombre continuaba relatando, ignorando completamente lo que su "público" le demandaba, su rostro mostraba una mueca de dolor cada vez más notoria. Su historia de personas quemadas, hombres desquiciados, homicidas psicópatas estaba llegando a su fin, al igual que mi recorrido en aquella micro. Descendí de ésta, sintiendo el peso de una moneda en mi bolsillo, la que tenía escrita el nombre de ese sujeto, mientras lo dejaba atrás, rodeados de humanos que no supieron entenderlo, que no se atrevieron a aceptarlo...